domingo, 8 de marzo de 2015

AL POETA MIGUEL HERNÁNDEZ.

EN EL 104 ANIVERSARIO DE SU NACIMIENTO.

             30  -  10  -  1910    *     28  -  03  -  1942
                     
               
Con motivo del centenario del nacimiento del poeta, el Ilmo. Ayuntamiento de Bonares convocó la  celebración de un homenaje al mismo, en el Salón de Actos de la  Biblioteca Municipal. Consistió en la lectura de algunos de sus más conocidos poemas a cargo de Antonio León Rastrojo, director de la Escuela Municipal de Música y mía, como admirador de su poesía.

         Presidía dicho Salón un retrato de Miguel Hernández al carboncillo, realizado por mí, colocado sobre un caballete y artísticamente iluminado. Asistió un nutrido grupo de personas  convocado por los servicios de megafonía que habían anunciado el evento previamente.

    Presentó el acto el representante de la Concejalía de Cultura del Ilmo. Ayuntamiento quien hizo un breve recorrido sobre la vida del  poeta de Orihuela. También estaban presentes  el alcalde y otros miembros de la Corporación Municipal .

         Después se procedió a la lectura de dos de sus poemas :  Antonio leyó la Elegía a Ramón Sijé y yo las Nanas de la Cebolla. A continuación le dediqué dos sonetos escritos por mí con empatía a su sufrimiento,  entereza y fe en sus ideas, ya que a pesar de las calamidades que estaba pasando en prisión, rechazó apostatar de ellas a cambio de su libertad.

      Transcribo a continuación los dos sonetos, uno de los cuales se cuelga en “Bonares lee” :


                       A MIGUEL HERNÁNDEZ

                       
                   Consiguieron segar tu libertad,
                   intentaron cruelmente doblegarte
                   llegando incluso a muerte a condenarte,
                   más sin lograr romper tu dignidad.

                   Te alimentaron de hambre y soledad
                   para apagar el eco de tu arte,
                   para impedir a tu hijo el honrarte,
                   para robarle tu paternidad.

                   Sangre de la cebolla, leche de guerra,
                   alimentó a tu hijo entre dos lunas,
                   con el miedo al hierro, al plomo y tierra.

                   Tu mujer con la angustia hizo dos cunas:
                   una para soñar si el miedo aterra,
                   otra para olvidar días de hambruna.

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                   La revancha te requisó la vida
                   cambiando tu horizonte por prisión,
                   cuatro paredes, tu única visión,
                   trajo la enfermedad enfebrecida.

                   Miedo y dolor de la España vencida,
                   la muerte, el odio, la persecución,
                   negro futuro, desesperación
                      de tanta pobre gente escarnecida.

                   El hambre de tu hijo entretenida,
                   con sangre de cebolla amamantado,
                   mecido por la luna adormecida.
                  
                   Compañero del alma, en tu partida,
                     por tu final de vida masacrado
                   la tierra a ti te acoge estremecida.

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